Considerada por Los Incas, desde antes que Colón llegará a América, como el oro de Los Andes, es la fibra más fina y costosa del mundo. La vicuña es una especie silvestre que habita en el altiplano andino (a más de 3200mts de altura sobre el nivel del mar). Se ubican en el noroeste de Argentina, el oeste de Bolivia, el noreste de Chile, sectores de los Andes de Ecuador y en las alturas andinas del Perú. Se encuentra protegida por numerosas leyes, por eso nuestro manejo es muy cuidadoso.

La vicuña es el más pequeño de los camélidos, autóctono de la región de sudamericana, se desenvuelve en total armonía en su hábitat original. Su color es beige o marrón claro rojizo en el lomo, blanco en la zona central y las patas, con variaciones dependiendo de las zonas geográficas donde habitan.

Su fibra se caracteriza por ser naturalmente liviana, abrigada y excepcionalmente suave al tacto. La finura de su fibra le otorga un gran poder de cobertura en sus prendas, pudiendo llegar a 12 micrones. Su hilado es preciado, porque únicamente se pueden obtener de la esquila de cada animal 200 gramos de fibra.

La Llama es el más pesado y largo de los camélidos sudamericanos. Proveniente de Los Andes, se la encuentra en mayor cantidad en la Puna Argentina y El Altiplano en Bolivia, pero es originaria de toda la región andina. La llama crece y se desarrolla en su medio totalmente natural, alejado de cualquier contaminación. Al ser un animal autóctono de la región sudamericana, se desenvuelve en total armonía en su hábitat original.

Es una fibra naturalmente hipoalergénica, muy ligera, sedosa y capaz de regular la temperatura corporal. Tiene mayor capacidad térmica que la lana de oveja. Nos brinda una amplia gama de colores naturales: negro, gris, marrón, beige, crudo y pintados.

La llama fue creada por los pueblos andinos nativos mediante selección artificial a partir de guanacos salvajes que fueron domesticados. Esta ha sido históricamente, el principal compañero y aliado para nuestros pueblos originarios de la Puna Argentina desde hace cientos de años. Ella los ayudó a sobrevivir en su clima, sumamente árido y caluroso durante el día, y extremadamente frío en las noches. La llama los proveyó de fibras para hilar, y así constituyeron sus tejidos y artesanías, tan característicos de su cultura. Sus pieles les servían de abrigo y con sus cueros confeccionaron calzados, bolsas y cuerdas. Se alimentaron de sus carnes, de sabor dulce y rica en proteínas. De sus grasas y líquidos corporales extraían medicinas, e incluso su estiércol era usado como combustible, para prender sus fogatas, debido a la ausencia de árboles en la región. La llama también los prevenía de los peligros de los depredadores de la fauna puneña, como los zorros y pumas. Además, la llama fue empleada como animal de carga, para transportar los productos mediante largas expediciones a través de la Puna.

En Argentina contamos con un genotipo especial que se denomina llama antofalla o llama argentina, que se diferencia del resto de sus vecinas, por tener una fibra más fina y suave.  En definitiva termina siendo la mejor fibra de Llama.

La primera clasificación y selección de nuestras fibras se realiza a mano. Luego de lavarla, se somete a un proceso de descerdado, que termina de separar la fibra más gruesa. Quedando la fibra fina presta para la hilatura. Una vez clasificada la fibra de llama , posee un amplio rango de finuras (de 20 a 40 micrones), lo que les permite aplicarse en los más variados usos. (desde sweaters hasta alfombras).

Si bien es un animal autóctono de Sudamérica, desde la llegada del hombre blanco al continente hasta hoy, fueron diversas las crueldades que redujeron al guanaco a vivir de forma silvestre, predominantemente en la Patagonia Argentina, donde habita el 97% de su población. Su pelaje es más largo que el de la vicuña pero más corto respecto del de la alpaca; es también de excelente calidad.

Posee una fibra muy preciada, por su finura y suavidad, equiparable al cashmere por su suavidad. Su color puede variar del beige al marrón claro, con tintes rojizos.

Su fibra es muy liviana, porque, a diferencia de la lana de oveja y a semejanza de los camélidos, es hueca. En los chuluengos (guanacos jóvenes) la finura promedio de la fibra es de 15 micrones. En los guanacos adultos, el promedio de finura del vellón es de 17 micrones. Esto genera un hilado de extrema suavidad, lustre y confort. Esta fibra es sumamente preciada porque sólo se obtienen 600 gramos tras la esquila de un animal. Su cuidadosa clasificación permite que las prendas realizadas con este hilado vayan en contacto directo con la piel.